LLOYD PRICE

05.08.2018

Nuevamente con vosotros después del pertinente paréntesis estival con energías renovadas y la curiosidad a flor de piel para continuar analizando de manera más o menos exhaustiva los compositores que ayudaron activamente a edificar la carrera musical de Elvis Presley.

Sin ningún tipo de premeditación repetimos la fórmula utilizada en nuestra anterior entrega, la de un compositor con una sola aportación pero también con la suficiente relevancia y trascendencia como para merecer nuestra atención. Retrocediendo un poco en el tiempo, con el objetivo de encajar todas las piezas del rompecabezas sociológico es importante tener en cuenta que a inicios del siglo XX en los Estados Unidos, los ritmos de origen africano y todos los incluidos en la llamada tradición de la improvisación comenzaron a imponerse con fuerza en el panorama de la música popular, gustase o no. Un factor que se acentuó con la progresiva irrupción de los nuevos canales de comunicación en ciernes como la grabación de discos, la radio y posteriormente la televisión. Atendiendo a los requisitos del contexto social de evidente diferenciación, la música que se dirigía y llegaba directamente a la comunidad afro americana pasó a denominarse con absoluta impunidad "Race music" (música de raza) hasta el punto que los dirigentes de las poderosas discográficas, para fortalecer su afianzamiento, crearon la figura de un responsable específico encargado de supervisar y controlar la evolución musical de su departamento comercial sin sobrepasar las normas de conducta moral respetuosas.

Un joven Elvis, tímido y ajeno a este tipo de barreras pero tremendamente ávido de empapar sus conocimientos musicales en todo aquello que le emocionaba o le llamaba la atención, sin ser seguramente consciente, no dejó pasar la ocasión de tratar de unificar tendencias y acercar posiciones y en cuanto dispuso de cierta libertad de criterio para seleccionar los temas susceptibles de ser incorporados a su repertorio no dudó un instante en beber de las aguas profundas y pantanosas del rhythm & blues más auténtico, piedra angular de la "Race music" que progresivamente acabaría imponiendo su ley y adquiriendo identidad propia e independiente. Es en parte por todo este caldo de cultivo que la figura de Lloyd Price y su composición "Lawdy, Miss Clawdy" destilan un componente añadido de incalculable valor que no podíamos dejar pasar por alto bajo ningún concepto. 

Pincelada biográfica y musical

Lloyd Price, conocido popularmente como "Mr. Personality", vino al mundo el 9 de marzo de 1933 en Kenner, Louisiana, un suburbio de la poderosa, influyente y atractiva Nueva Orleans. Su formación musical se fundamentó en conocimientos instrumentales de trompeta y piano a la vez que educaba la voz cantando gospel en el coro de su iglesia sin olvidar que también trabajó para la emisora WBOK de la ciudad elaborando jingles y anuncios publicitarios para diversos productos de donde extrajo el eslogan e inspiración para su futura primera composición de éxito y que hoy nos ocupa. Todo, mucho antes de acabar ejerciendo de productor, ejecutivo de compañía discográfica e incluso como agente de otros intérpretes.

Después de flirtear inicialmente con artistas de la talla de Louis Jordan, Roy Milton o Amos Milburn con apenas diecinueve años le llegó su primera gran oportunidad que supo aprovechar a las mil maravillas. En 1952, Art Rupe, propietario de "Speciality Records", con sede central en Los Angeles, se desplazó a Nueva Orleans con el objetivo de captar el sonido y estilo del rhythm & blues que ya distinguía a la localidad y que tanto éxito había proporcionado a su competidora, "Imperial Records". El hermano de Lloyd, Leo, hizo de intermediario para que el polifacético y reputado Dave Bartholomew recabara en el talento del joven de los Price y entre todos acordaron un encuentro con Rupe en el que podría demostrar todo su saber interpretando la composición que conquistaba a cualquiera con tan solo una escucha, "Lawdy, Miss Clawdy".

Claramente influenciada por el llamado "New Orleans sound", la sesión de grabación del tema fue programada para el 13 de marzo en el "J&M Recording Studio" y dado que Price no contaba con una banda propia de soporte se optó por utilizar la del mismo Bartholomew con Salvador Doucette al piano, Ernest McClean a la guitarra, Frank Fields al bajo, Earl Palmer a la batería y Herbert Hardesty y Joe Harris al saxo tenor y saxo alto respectivamente.

Las primeras tomas no resultaron demasiado satisfactorias sobretodo en el apartado del piano que no convencía a Bartholomew ejerciendo labores de productor. Con la llegada a las instalaciones del mismísimo Fats Domino y después de convencerlo, la sesión dio un giro de tuerca inesperado. Sentado al piano y acariciando el teclado recreando su clásica introducción i "riffs" que evocaban elementos de otra de sus celebérrimas creaciones, "The Fat man", la melodía fue tomando cuerpo y alma mientras la sección de viento y el piano establecían un claro diálogo con la voz de Lloyd Price que sonaba poderosa, rica en matices y contundencia. El sencillo se publicaría un mes más tarde llegando al número uno de las listas (Billboard's R&B chart) y con el transcurrir del tiempo algunos críticos le otorgaron la paternidad del rock 'n' roll en la ciudad de Nueva Orleans.

A este éxito le siguieron otros como "Oooh, Oooh, Oooh", "Restless Heart", "Tell me pretty baby" o "Ain't it a shame". Un par de años después, su carrera se vio interrumpida al ser llamado a filas y enviado a Corea a cumplir con la patria. A su regreso, Little Richard de alguna manera le había substituido con lo que optó por formar supropio sello discográfico, "KRC Records". Llegarían otros hits como "Stagger Lee" (lectura del clásico del folk con más de un millón de copias vendidas) o "Personality" que le proporcionaría su apodo inmortal.

La década de los sesenta continuó siendo productiva para Price que fundó un par de discográficas más a parte de abrir un club en Nueva York. En los setenta amplió su oferta comercial regentando un restaurante / night club en Manhattan y posteriormente diversificó su cartera de negocios estrenándose como promotor inmobiliario construyendo edificios en el Bronx. En 1993 volvió a sentir el gusanillo de las actuaciones girando acompañado de Jerry Lee Lewis, Little Richard y Gary U.S Bonds actuando al lado de leyendas del soul como Gene Chandler o Ben E. King.

El 9 de marzo de 2010, coincidiendo con su 77 aniversario, su nombre fue incluido con todos los honores en el "Louisiana Music Hall of Fame". Ha continuado con su actividad empresarial llegando a crear una línea de productos de comida con el nombre de su primer éxito y hace pocas temporadas después de promocionar su autobiografía, "The true King of the fifties: The Lloyd Price story" se implicó en la elaboración de un musical de Broadway que como no, se bautizó con el título de "Lawdy, Miss Clawdy". Actualmente vive con su mujer en Westchester County, New York.

Presley & Miss Clawdy

La relación de Elvis Presley con Lloyd Price es breve pero también prolongada a lo largo de su trayectoria. El primer contacto se produjo el 3 de febrero de 1956 en los estudios que RCA tenía en Nueva York durante las sesiones complementarias de grabación de la columna vertebral del que sería su primer long play también bajo los auspicios de una nueva discográfica de distribución nacional que confiaba mucho en las posibilidades de su nuevo fichaje. Los músicos que lo arroparon fueron sus compañeros de trío Scotty Moore y Bill Black con el soporte añadido de la batería de D.J Fontana y el piano de Shorty Long.

Poco antes de la medianoche se decidieron a atacar la composición de Price y tras algunos ajustes y titubeos iniciales pronto se dejaron hechizar por los ritmos del rhythm & blues más innovador y actual que la propuesta sugería. A lo largo de diversas tomas, el tema en cuestión fue tomando forma con un Elvis cada vez más seguro y una guitarra solista que acumulaba protagonismo contraviniendo la opción de la original de Price que apostaba más por el saxo y el diálogo con el piano. Tal vez por este motivo, el tempo de la lectura de Elvis y los suyos es un poco más rápido dotándola de un espíritu un tanto trasgresor acorde con los postulados del rock 'n' roll y dejando el sonido de las teclas en un discreto segundo plano saboreando a placer las raíces del rhythm & blues. El resultado final fue espectacular pero quizás los responsables de RCA en aquel momento no supieron gestionar todo su potencial comercial y "Lawdy, Miss Clawdy" se reservó para un hipotético segundo álbum aunque finalmente acabó viendo la luz bajo el formato de E.P en junio de ese mismo año.

Evidentemente la composición de Price no está a la altura de "Heartbreak Hotel" pero si puede competir con total dignidad con "Good rockin' tonight", "That's allright" o "Mystery train" en cuanto es capaz de aglutinar una buena amalgama de estilos que acabarían configurando y modelando la música popular de las siguientes décadas. El rhythm & blues dejaba de flirtear y abrazaba definitivamente el nuevo sonido del diablo con todos los prejuicios que ello pudiera suscitar. Los ritmos negros y en consecuencia la "Race music" comenzaba a ampliar su cuota de mercado entre el público blanco rompiendo prejuicios y barreras que a nivel social se mantendrían todavía inamovibles durante años.

Elvis Presley de forma premeditada o inconscientemente siempre la conservó en su memoria, prueba de ello es que la volvió a recuperar en momentos clave de su carrera. El más relevante, sin lugar a dudas durante el "68 Comeback" en junio de 1968 donde se mostró hermanado y absolutamente cómodo con la composición de Lloyd Price con una voz más madura, desgarradora y directa y no dudando en exclamar al interpretarla: "Take it home..." en un claro intento de regresar a sus orígenes más puros. Años después en 1972, durante sus giras por el país la tuvo de nuevo presente y precisamente al "regresar" a casa en 1974 y ofrecer sus históricos recitales en el "Mid-South Coliseum" de Memphis, "Lawdy, Miss Clawdy" volvió a hacer acto de presencia. Finalmente, durante los últimos conciertos de 1977 también formó parte del repertorio de varias de sus actuaciones en un claro guiño al respeto y admiración que siempre demostró por la composición.

Lecturas y versiones

A lo largo de la historia, muchos han sido los intérpretes y formaciones que se han dejado seducir por los acordes de la melodía de Lloyd Price. Por citar algunos: Fats Domino, Carl Perkins, Johnny Rivers, Ronnie Hawkins o Joe Coker. Personalmente destacaré tres más: la primera, de Little Richard (1964) con la consecuente transformación a su estilo rasgador y aullador, la segunda a cargo de The Animals con un toque mucho más "brit" y con toda la potencia y personalidad de la voz de un Eric Burdon en plena forma y para finalizar la de Paul McCartney (1988) incluida en su "bootleg album" de la Unión Soviética que le sirvió para reivindicar su vena más rockera cunado su carrera transcurría por ciertos cauces de producción edulcorada.

Sea cual sea la versión que escojamos, a los que nos gusta soñar y viajar con la música, cada nueva escucha de "Lawdy, Miss Clawdy" es como sumergirnos gustosamente por primera vez en los pantanos del rhythm & blues de Nueva Orleans.

Octubre 4 de 2016

Jordi Prat - Escritor
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